lunes, 14 de diciembre de 2015

WAO MIMO, últimos días para verla

--> La segunda exposición temporal del MACCO, Wao Mimo, ha tenido mucho éxito. La muestra está desde octubre en nuestra sala de exposición.  Y estará hasta fin de año. Para conocer algo más de la muestra y del trabajo con los fotógrafos, Megan Westervelt, su curadora, nos cuenta algo más sobre la iniciativa.

MACCO ¿Cómo nació Wao Mimo?

MEGAN: Wao Mimo nació desde el corazón. Por eso, escogimos el nombre Wao Mimo, o Corazón Waorani (Mimo en el idioma nativo de Wao Tededo significa corazón). El espíritu de la colaboración de Wao Mimo inició después de pasar un tiempo con algunas comunidades waorani con el proyecto Yasuní en Imágenes de la Pontificia Universidad Católica del
Ecuador en el verano de 2014. En octubre 2014, con un beca Fulbright para estudiar las maneras de conservación ambiental en las comunidades indígenas de Yasuní, a través de la herramienta potente que es la fotografía, empecé esta colaboración. Trabajé con seis comunidades dentro de la selva tropical de Yasuní para entender mejor el estado del medio ambiente y como la gente nativa vive de manera sustentable con sus recursos naturales.
Sin embargo, me di cuenta desde el inicio no era yo quien tenía que contarlo. Era  la gente de ahí, quien tenía mucho que contar al mundo de afuera.
Entonces, decidí que en vez de documentar sus vidas y la cultura con mi cámara, sería mucho más impactante  si los waorani cuentan su propia historia de conservación ambiental y cultural a través de la cámara.

Gracias a la voluntad de cinco instructores profesionales—Jorge Castillo-Castro (Ecuador), Lucas M. Bustamante (Ecuador), Javier Aznar Gonzalez de Rueda (España), Jennifer Davidson (EEUU) y mi persona (EEUU)—enseñamos talleres de fotografía básica, que incluyeron uns buen parte sobre cómo contar historias con la fotografía.

MACCO. ¿Qué comunidades participaron y qué aprendieron?
MEGAN. Colaboramos con cada de las seis comunidades que son parte de Wao Mimo hoy: Guiyero, Ganketapare, y Timpoka en el norte del Parque Nacional Yasuní, Dikaro un poco más
sur, y Boanamo y Bameno en la frontera de la zona intangible en el sur de la Reserva de Biósfera Yasuní. A la final no sé quien aprendió más, si los participantes de los talleres (que son fotógrafos ahora) o los instructores quienes tuvieron la suerte y generosidad de la gente para pasar tanto tiempo con tantos expertos de la selva amazónica.

MACCO.¿Como se dieron los talleres, cuánto tiempo duraron, quienes intervinieron?

MEGAN: Como cada comunidad waorani, cada taller era diferente y único aunque cada uno tenía la misma fundación conceptual y de práctica. Gracias al apoyo de la Escuela de Comunicación Visual en la Universidad de Ohio en los Estados Unidos, llevamos cinco DSLR cámaras para prestar a los participantes, y gracias a la Pontificia Universidad Católica del
Ecuador, también llevamos un proyector para utilizar en la parte de lectura y una impresora para utilizar en la parte de selección de las fotos para la exposición comunitaria en la clausura del taller.
Con una lectura básica preparada, utilizamos las fotos de cada comunidad para enseñar los conceptos del poder de fotografía, de los elementos de composición, y de los requisitos de historias.
Normalmente un taller duró entre una semana y dos semanas, depende en la ubicación de
la comunidad y la disponibilidad de los participantes. En algunos talleres, los participantes tuvieron que compartir entre casi 20 personas. En otros, solamente habían 7 participantes quienes pudieron prestar su propia cámara casi todo el tiempo. Habían participantes desde 12 hasta 60 años de edad representando las perspectivas de las distintas generaciones de la nacionalidad waorani, pero todos eran cazadores naturales de imágenes espectaculares. Para llegar a las comunidades, tuvimos que viajar por las carreteras de petróleo (Vía Maxus y Vía
Auca) y por río, a veces por más de 10 horas. Pero siempre valió la pena para tener la oportunidad ver la primera toma de cualquiera de nuestros participantes con una cámara profesional y la sonrisa que siempre siguió a la toma de la foto.

MACCO. ¿Cómo fue la selección de los chicos?

MEGAN: No hubo ningún requisito de ingreso excepto ganas para aprender fotografía y usarla para compartir su historia. La selección de sus imágenes para la exposición final era mucho más
complejo y difícil porque habían más que 5.000 mil fotos tomadas entre 53 fotógrafos waorani, más las de los instructores.
Gracias a la generosidad y creatividad extraordinaria de Belén Mena, podíamos escoger las mejores 300 imágenes y diseñar una exposición para mostrarlas en la mejor manera al mundo de afuera. En el fin, logramos  una exposición llena de los colores de la selva y el sentimiento del espíritu waorani.


MACCO.¿A las familias que pudieron verse ahora en los retratos, qué
opinión les queda?

A las familias y las personas quienes visitan la exposición ahora, tienen la suerte de conocer la cultura waorani y recibir un mensaje escrito por luz: apoya la conservación de su tierra y su cultura. Las imágenes cuentan la historia actual de cambio dentro de las comunidades debido a influencias que llegan de afuera. Sin embargo, es evidente en las fotografías que la cultura waorani es fuerte todavía, la gente es dura y la tierra es potente. La opinión de los fotógrafos
puede estar interpretada diferente por cada visitante, pero hay un mensaje que nadie puede protestar: Yasuní es el hogar de la nacionalidad waorani, donde sus hijos crecen y comparten sus vidas con los seres vivos de la selva, y todos nosotros tenemos la responsabilidad y oportunidad de apoyarlos para conservar esta manera de vida por las generaciones de hoy y mañana.

 MACCO. Crees que la fotografía, las artes, el dibujo, la pintura, puedan
cambiar la vida waorani? Cómo?

MEGAN: La fotografía, como las artes en general, puede transformar la vida waorani totalmente. Es la herramienta más fuerte para compartir con el público general, la prensa, los políticos, las empresas y los estudiantes de todos niveles lo que está pasando en el mundo waorani, especialmente en su territorio de Yasuní. Como los waorani tradicionalmente no escriben, sus experiencias viven dentro de cuentos, pero poca gente tiene acceso a estos cuentos que están
transmitido desde abuelo a padre y padre a hijo. La fotografía puede permitir los waorani llevar sus cuentos valiosos y su conocimiento incomparable, a una audiencia nacional e internacional en una manera que va a llamar atención de todos. Además, a través de fotografiar su mundo, los waorani pueden ver la realidad de lo que está pasando no solo con su medio ambiente si no con su cultura también. Con mejor conciencia sobre los cambios en su mundo, los waorani pueden tomar decisiones más informadas para el bien estar de su nacionalidad y el
futuro de su tierra.

Una de las fotos de la exposición
 


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